Somos seres libres, aunque con frecuencia nos dejamos influir por condicionamientos sociales o prejuicios, por supuestas responsabilidades u obligaciones, tanto que olvidamos que somos libres.
Nuestra libertad solamente está limitada por la libertad y los derechos fundamentales de los demás. No puedes esgrimir tu libertad de acción para forzar a nadie o para poner en peligro a otro ser. La salud y la integridad física y moral de las personas está por encima de tu libertad individual.
Somos libres, pero la libertad no es algo abstracto, puedes decidir hacer o no hacer algo libremente, pero esa elección conlleva asumir las responsabilidades, las consecuencias de tus acciones. Este es uno de los grandes problemas de la educación, se le da libertad al individuo, se le dan muchas cosas, pero se pasan por alto las consecuencias de sus elecciones, se echa la culpa a otro o las víctimas sufren las consecuencias sin posibilidad de reparación.
Ninguna sociedad, ningún individuo puede avanzar sin asumir las consecuencias de sus actos.
Realmente somos libres, pero no siempre ejercemos esa libertad, nos dejamos llevar por modas y condicionamientos de todo tipo, por lo que parece el pensamiento mayoritario. Nos dejamos llevar y parece que no tenemos posibilidad de elección, pero no es así, siempre se puede elegir, aunque no lo que nos gustaría, a veces esas posibles elecciones son muy limitadas, son demasiado parecidas. Pero en las pequeñas diferencias puede estar la clave.
Actúa libremente, pero recuerda que también debes asumir las consecuencias de tus actos, de tus decisiones. Y, por supuesto, nunca, nunca, puedes pasar por encima de los derechos de los demás, de la libertad del otro.