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Tiempos convulsos

Nos encontramos en unos momentos críticos en los que la humanidad debe aprender a relacionarse de otro modo entre sí y con el planeta.

Si miramos a nuestro alrededor vemos mares contaminados, sequías, inundaciones, crímenes, hambrunas, corrupción, guerras, desastres naturales, … Dolor y sufrimiento.

La satisfacción de nuestros caprichos no puede llevar aparejado la destrucción de todo lo bello que hay en esta Tierra. El egoismo exacerbado debe ser sustituido por la solidaridad, la fraternidad, la bondad, el respeto.

El bienestar no supone la acumulación de objetos ni más tiempo frente a las pantallas. Solo conseguiremos estar bien conectando con nosotros mismos, con la naturalez, con nuestra capacidad creativa, con el arte, con la cultura, con el amor.

No hay excusa para no hacer todo lo posible para ayudar al planeta. Para todos esos que llevan su religión por bandera ¿creen que Dios quiere la destrucción de su obra? ¿creen que la creación fue llevada a cabo para ser destruida por los hombres?

Por pura lógica, por fe, por respeto, … por muchos motivos: la Tierra debe ser tratada con respeto, con amor. Todos los seres humanos deben ser tratados con amor, al igual que todos los seres sensibles. Nuestro presente y nuestro futuro dependen de ello.