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La vida es así

La vida es así. Nos equivocamos una y otra vez, algunas veces aprendemos, otras no.

Medimos la vida en años, en cosas, en objetivos cumplidos, en cosas realizadas, … en tantas cosas superfluas. Pero nos equivocamos. La vida no se puede medir.

La vida se experimenta, con sus alegrías, sus tragedias, su intensidad, su tristeza, … Lo que nos toque vivir debemos afrontarlo. No hay otra opción, salvo que elijamos auto engañarnos, fingir, huir,… Todas ellas soluciones temporales que parecen resolver algo, cuando en realidad no arreglan nada, lo agraban.

A veces la vida es muy dura, tanto que pensamos que no podremos seguir, tanto que algunos se quedan anclados en ese sentimiento, aumentando su sufrimiento.

Hay tantas cosas que no entendemos. Apreciamos tantas injusticias en este mundo, que nos rebelamos, nos enfadamos, incluso luchamos contra todo, también contra nosotros mismos. Otras veces nos hundimos en la desesperación.

En determinados momentos no hay palabras que ayuden. Nos sentimos impotentes, tristes, solitarios. Pero una llamada, una mano amiga, un gesto, nos consuela, nos da la energía para aguantar.

En esta vida hay de todo, momentos y situaciones maravillosas, increíbles, también todo lo contrario. La única opción que nos queda es aceptar lo que nos llega, disfrutar al máximo, mirar al mundo con compasión, sobrellevar lo mejor posible los problemas, dar gracias por la vida, permitirnos estar tristes pero no mantenernos en ese estado, avanzar, aprender, aportar bondad y belleza… Pero sobre todo nos queda amar, a nosotros mismos, a los otros seres, al universo.

Si hubiera una forma de medir la vida sería por el amor que hemos dado y por el agradecimiento por el amor recibido.

Ángel Miguel
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Fracaso

Una palabra con mala fama, cargada de connotaciones negativas, tiene mucha peor imagen de lo que realmente significa. Si nos vamos al diccionario nos dirá que es no conseguir el fin propuesto. ¡Sólo eso! ¡Y nos parece un desastre fracasar!

Quizás deberíamos estar agradecidos por los fracasos, porque nos obligan a buscar alternativas, otras formas de conseguir el fin propuesto, porque nos hacen recapacitar sobre la necesidad y utilidad del fin propuesto.

Debemos estar agradecidos a cada fracaso, porque es un aprendizaje, una oportunidad para actuar de otra forma, para buscar cómo hacerlo desde el amor y para desechar objetivos que no son adecuados o no nos convienen en un momento determinado.

Eso no significa que no sea doloroso. Podemos sentir el corazón hecho trizas. Podemos sentirnos profundamente tristes, solos, abandonados, faltos de cariño, perdidos. Desde luego no es fácil.

Al final, si lo hemos intentado de formas diversas, si hemos persistido tiempo más que suficiente, si a pesar de todo no lo conseguimos, es el momento de un aprendizaje inesperado, de un cambio radical.

En la tarea por conseguir esa meta ¿hemos aprendido otras cosas? ¿hemos desarrollado otras habilidades? ¿qué vivencias hemos experimentado?

Quizás nuestro verdadero objetivo era aprender otras cosas, vivir otras experiencias y aprender a renunciar, cambiar hábitos, modificar nuestra vida, dejar atrás nuestro entorno conocido, ¿para conseguir otras metas?

Creo que no, que quizás sea mejor decir adiós a personas, lugares y cosas, hacer lo que sea necesario para no estar condicionados por nuevas metas y centrarnos en vivir aquí y ahora, dejar que los demás resuelvan sus propios problemas, aceptar las propias limitaciones, permitir que nos llegue la felicidad y el amor que merecemos, siempre intentar actuar desde el amor y para el amor.