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Sintonía

Las ondas de radio, de televisión, de cualquier cosa, están ahí pero no nos damos cuenta. Hasta que con un aparato sintonizamos una determinada frecuencia y vemos un canal de televisión, escuchamos una emisora de radio o navegamos por la gran red mundial de internet.

En ese momento percibimos una parte de las ondas, pero perdemos las otras.

De este modo funcionamos todo o casi todo el tiempo: sintonizamos la wifi y nos desconectamos del resto del mundo. Aunque parezca lo contrario, porque recibimos mucha información de otras personas, de otras partes del mundo, … Solo es eso, información, datos (falsos o verdaderos), pero no conectamos, no estamos en sintonía con los otros ni con el mundo.

Nos conectamos con los aspectos más superficiales, con las apariencias, para desconectar con la naturaleza, con la humanidad y, lo que es peor, con nosotros mismos.

Aunque tengamos la impresión de que el mundo cada vez es más egoísta, es un espejismo. Nos dejamos llevar por lo que creemos que necesitamos, por lo que creemos que somos. Por una parte manipulados por intereses ajenos, por otra parte guiados por las inseguridades y los miedos.

Poco a poco, algunos empiezan a sentir esa vibración, esa frecuencia con la que se conectan con el universo, con la humanidad, con su propia esencia. Una conexión a la que no estamos habituados, que dura poco tiempo, pero una sintonía vital para nuestro crecimiento, para nuestra vida, para nuestro bienestar.

Si sintonizamos con el miedo, la ansiedad, el odio, etc. Será lo que veamos, lo que vivamos, lo que sentiremos la mayor parte del tiempo.

Pero si conseguimos conectar con nuestra verdadera esencia, con la humanidad, con el universo, con el amor, … Entonces eso será lo que vivamos, lo que sentiremos y experimentaremos la mayor parte del tiempo.

Tú eliges con qué frecuencia, con qué sintonía quieres conectar.

Dibujo de Ángel Miguel
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Materialismo y mercantilismo

A veces, quizás con demasiada frecuencia, me dejo llevar por las apariencias y me parece que todos los grandes «-ismos» de los siglos XIX y XX (nacionalismos, liberalismo, socialismo, conservadurismo, comunismo, feminismo, …) se han visto superados por el materialismo, el consumismo y el mercantilismo.

A veces parece que no importa la verdad sino «la verdad» que se nos vende. Aparentemente, las personas son secundarias, parece primar el «mercado», las ganancias económicas más inmediatas. Se olvidan principios básicos de amor, bondad, solidaridad, respeto, democracia, espiritualidad, …. por las apariencias, por las modas, por el beneficio económico.

Hay quien luce cruces gamadas, imágenes del Che (o de Einstein, o de Cristo), banderas de todas formas y colores, olvidando su significado, practicando lo contrario de lo que significan. Se adora la imagen y se olvida el mensaje. Se tratan mejor los objetos que las personas. Se trata a los individuos como cosas, objetos a nuestro servicio.

Parece que se han perdido los valores.

Pero como todo, también es apariencia, una imagen parcial y deformada que se nos presenta.

¿Hasta qué punto te dejas llevar por el materialismo, el consumismo o el mercantilismo? ¿Actúas con bondad, con compasión, con amor?

Lo importante es nuestra conciencia, nuestras ideas, nuestras palabras y, sobre todo, nuestros actos. Mientras no te dejes arrastrar por la corriente del consumismo, del materialismo y de las apariencias; mientras actúes desde el corazón, con amor, en cada uno de tus actos, en cada momento de tu vida, no todo está perdido. Entonces la victoria es tuya, es nuestra. Un triunfo de la humanidad. El triunfo del amor.