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Prioridades

Con frecuencia estamos tan ocupados con lo urgente que olvidamos lo importante.

Muchos de nuestros problemas tienen su origen o se vuelven más complicados por no tener claras nuestras prioridades.

Obviamente, hay cuestiones que son muy personales, cada uno tiene sus necesidades, sus preferencias, por tanto tiene sus propias prioridades.

Pero estas preferencias personales también se olvidan con frecuencia, nos dejamos llevar por el ritmo frenético de la vida actual, nos dejamos llevar por nuestras obligaciones (reales o autoimpuestas), dejando en el olvido lo que más necesitamos, nuestras propias prioridades.

Algo similar ocurre al conjunto de la sociedad y a determinados grupos, se centran en cuestiones secundarias y olvidan lo importante.

En mi opinión es más importante lo representado (un pueblo, una nación, la gente) que el símbolo (banderas).

Creo que la economía está para proporcionar bienestar a las personas y no las personas al servicio de  la economía.

La naturaleza no es un lugar para obtener productos y beneficios, el medio ambiente es nuestro hogar, el lugar donde vivimos.

Estoy convencido que mucha gente olvida que la prioridad es cuidar el planeta, porque es nuestra casa, no es nuestra propiedad, somos usufructuarios del mismo. La prioridad es mantener las condiciones para que nosotros, las siguientes generaciones y todos los seres vivos puedan seguir habitándolo.

La máxima prioridad no es la riqueza, ni el bienestar, ni siquiera la alegría, la mayor prioridad es estar vivos, aceptándonos como somos e intentar potenciar lo mejor que tenemos. En otras palabras, el AMOR en el más amplio sentido de la palabra.

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Cuatro palabras

Es la magia de las palabras, una sola puede decir mucho, toda una historia detrás, una gran cantidad de emociones y sentimientos asociados a un solo vocablo. Tan maravilloso como difícil descifrar para el que no posee el código, para el que no conoce todo lo que hay detrás de cada término.

Si uno conoce las aventuras, las desventuras, toda la emoción y pasión detrás de una sola palabra, algo difícil, pues harían falta libros enteros para explicar solo uno de esos términos, pero entonces, y solo entonces, bastarían cuatro palabras para describir toda una época de la vida. Tal como lo siento hoy, podría ser algo así:

 

Infancia:

MAMÁ              JUEGO                   HOGAR              INOCENCIA

 

Juventud:

PASIÓN           AMIGOS               SUEÑOS           DIVERSIÓN

 

Madurez:

AMOR             FAMILIA                 METAS             REALIDAD

 

Vejez:

VIDA                CAMINO                 PAZ                  SOLEDAD

 

Fin:

CAMBIO         RENOVACIÓN       INCERTIDUMBRE      LUZ

 

 

Ángel Miguel
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Mientras dure la vida

Vivimos inconscientemente. Sabemos que tenemos los días contados, pero nos perdemos en asuntos sin importancia, en las cosas, sin caer en la cuenta que el tiempo se nos acaba.

La marcha de un conocido o de un ser querido puede recordarnos la brevedad de la vida y la importancia de disfrutarla. Pero suele ser una intención de corta duración, pronto volvemos a la rutina, a las costumbres habituales, seguimos jugando a matar el tiempo, hasta que el tiempo nos mate.

No hay palabras mágicas, no hay milagros, solo el tiempo que se nos escapa entre las manos.

¿Qué hacemos durante ese tiempo? ¿Avanzamos o retrocedemos? ¿Mejoramos nuestras capacidades? ¿Ayudamos al planeta o solo existe nuestro planeta personal? Y, por último, ¿cuánto amor hemos dado? ¿hemos estado suficientemente abiertos para recibir amor?

Al que le resulte interesante puede pensar en el más allá, creer o no creer, yo también tengo mis ideas al respecto (llenas de dudas, por cierto), pero lo imperdonable es no VIVIR, mantenerse a la espera de un momento mejor, quedarse en una queja perpetua.

Puede ser muy duro conocer la llegada inminente del fin, pero mientras dure la vida hay amor, amor para dar y para recibir. Lo único que le da sentido a todo esto, los únicos recuerdos importantes son los de todas las cosas que se hicieron, o no se hicieron, por amor.

Duelen las despedidas, pero reconforta el cariño dado y recibido, la huella de su legado.

Mientras me dure la vida y siempre, gracias por tu amor.

Ángel Miguel
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Experiencias por vivir

No poseemos nada, ni objetos ni animales, ni personas; si acaso tenemos el miedo a perderlos.

Ni tan siquiera somos dueños de nuestros cuerpos, al igual que todo lo demás, lo utilizamos durante un tiempo limitado.

¿Qué somos? ¿Qué nos queda?

Preguntas difíciles de responder, cualquier respuesta es incompleta, parcial, con errores.

Más allá de lo material está la energía, están las experiencias.

Creo que lo que da sentido a la vida es vivirla, pasar por las distintas experiencias por la que nos conduce.

Con frecuencia no nos gusta lo que nos ofrece, querríamos otras cosas. Quizás por nuestras limitaciones o por desconocimiento.

Suele pasar que obtenemos las experiencias que necesitamos, no las que nos gustarían.

Pero también vivimos experiencias necesarias, que nos ayudan a aprender y ser mejores, experiencias que disfrutamos y deseamos.

Mis mejores experiencias tienen mucho que ver con la naturaleza y con las personas, pero sobre todo con el amor, correspondido o no, de todas las formas posibles.

Todas las experiencias por las que he pasado han sido muy importantes para mí, pero una es especial, por lo vivido hasta ahora y porque mantiene mi ilusión en las experiencias por vivir.

En mi caso es todo lo relacionado con alguien muy especial, una persona a la que admiro y amo profundamente, un ser cariñoso, inocente, inteligente, bondadoso, excepcional, … él le da sentido a mi vida, especialmente cada vez que me dice: te quiero papá.

Ángel Miguel

 

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Cuando el amor no basta

A pesar de todo, hay situaciones en las que el amor no es suficiente.

Hay personas que se centran en un determinado tipo de amor o de una persona en concreto, hasta el punto de cerrarse a otras formas de amor, a otras personas. Puede ser que mantener una actitud amorosa durante meses y años ayude a esa persona, pero no siempre se muestran los beneficios del amor, si nos empeñamos en no aceptar el amor, entonces no es suficiente, no puede hacernos sentir mejor, no nos ayuda a ser mejores.

Otras veces una persona se siente tan herida, teme tanto volver a sufrir, que se cierra en su mundo, se vuelve refractaria a todo, también al amor. En algunos casos la perseverancia, las muestras de amor constantes y duraderas pueden derribar esas barreras, pero hay veces que el miedo y el dolor vencen, aunque sea por un tiempo, mientras dure esa situación el amor no basta.

En algunas situaciones podemos pensar que la convivencia o la rutina puede erosionar el amor, frustrar una relación o acabar con ella. Yo creo que lo que suele ocurrir es que nos distraemos con las ocupaciones diarias, los pequeños o grandes problemas nos hacen olvidar el amor, dejamos de expresarlo, de manifestarlo en cada uno de nuestros actos. Me parece que cuando el amor queda como un sentimiento sublime, expresado en situaciones concretas, en momentos espaciados en el tiempo, termina por no ser suficiente, quizás porque está limitado, minimizado.

Hay más situaciones en las que el amor no basta, creo que se puede resumir diciendo que el amor no es suficiente si estamos cerrados a él, si no lo expresamos suficientemente, si no vivimos desde el amor.

Desconozco la solución, no sé que se puede hacer cuando el amor no basta.

Personalmente intento no dejar de tratar con amor a los demás ni a mi mismo, aunque a algunas personas no les baste, aunque no sea suficiente para disfrutar de todos sus beneficios, de la plenitud de la vida, no puedo, no quiero dejar de amar, a pesar de todo, es la última esperanza.

Dibujo de Ángel Miguel

 

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Lluvia regeneradora

En un gris y otoñal día, la lluvia retorna a nuestro pequeño rincón, de forma generalizada, dispuesta a crear vida, a mantenerla, a regenerar el mundo.

Una lluvia que limpia el aire y la tierra. Algo más necesario que nunca.

¿Cuánta lluvia deberá caer para limpiar los corazones?

¿Podrá llevarse las mentiras? ¿el egoismo? ¿la maldad?

Esa limpieza interior solo lo puede hacer nuestra lluvia personal, las lágrimas.

¿Cuántas lágrimas? ¿Cuánto dolor es necesario para recordar que dependemos de este planeta?

¿Cuánto necesitamos sufrir para desarrollar empatía por los otros seres que sufren?

¿Cuando comprenderemos que cualquier ser vivo está por encima de las cosas, de los objetos inanimados?

Mirando las noticias pareciera que el tiempo necesario es infinito, que nunca aprenderemos.

Observando a las personas que nos rodean apreciamos las inseguridades, el temor, la desesperación,… Pero hay algo más.

Todavía hay actos desinteresados, luchadores por el planeta, por la diversidad, por la humanidad.

Hay momentos que me siento triste, sin esperanza.

Gracias a esos seres bondadosos, discretos, mucho más abundantes de lo que parece.

Gracias a todos vosotros todavía hay una oportunidad, una esperanza.

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Extremos

He aprendido que los extremos triunfan cuando triunfa el miedo, el enfrentamiento.

He aprendido que las mentiras se hacen fuertes cuando uno está predispuesto a creerlas.

He aprendido que los que no tienen argumentos recurren a lo más visceral, a la genitalidad, a lo más primitivo, al miedo. ¡Y consiguen buenos resultados!

He aprendido que las cosas buenas se olvidan más rápidamente que las malas, incluso mucho más que los rumores y las falsedades.

He aprendido que lo peor de la historia se repite, no solo porque se desconoce, sino porque beneficia a algunos.

He aprendido que soy raro, porque reconozco e intento mejorar a partir de mis errores.

He aprendido que muchos, demasiados, no han aprendido lo suficiente.

¡Todos sufriremos las consecuencias!

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Viejas cicatrices, nuevas heridas

A lo largo de nuestra vida vamos pasando por distintas experiencias, a veces nos dejan heridas en el alma y en el corazón, heridas que no siempre cicatrizan bien.

Luego pasa el tiempo, pero la cicatriz permanece, incluso sigue doliendo, de forma que cuando alguien «roza» esa herida saltamos con todo el dolor de la primera vez, con la rabia acumulada de todo ese tiempo.

Nos da igual que las otras personas actuen con la mejor intención del mundo, el recuerdo de esa herida, de esa pena, sigue presente, haciéndonos interpretar los hechos a partir de ese recuerdo, del momento y las circunstancias que nos hirieron.

Por supuesto, que este tipo de reacciones no ayudan a vivir mejor, como toda reacción basada en el miedo a sufrir, despierta en nosotros una parte irracional que, temporalmente, nos impide avanzar, aprender, disfrutar de la vida.

En algunas de estas circunstancias, a veces, aprendemos, nos damos cuenta que son viejas heridas, que ya no nos pueden hacer daño los hechos del pasado, que debemos velar por actuar correctamente en el presente.

Es una tarea difícil, porque con frecuencia no sanamos correctamente las heridas, simplemente dejamos que el tiempo las cure, dejando cicatrices que siguen causando dolor.

Hay que enfrentarse a las heridas, cauterizarlas, desinfectarlas, curarlas debidamente, para que cicatricen correctamente.

Si no lo hacemos así las viejas cicatrices seguirán doliendo y provocarán nuevas heridas.

Hay que afrontar los hechos, acogernos con amor, perdonarnos y perdonar, debemos aclarar lo que sea necesario, eliminar lo que pueda causar infecciones o cualquier daño posterior, para ello el mejor antídoto es el amor.

Ángel Miguel
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Versos sentidos

¿Dónde van esos versos tan sentidos, si nadie los ha leído?

¿Dónde acaban esos profundos sentimientos que nunca se han expresado?

Igual que los abrazos que no se han dado.

En el mismo lugar que los besos que no se han vivido.

Para todos los demás no son nada, un inmenso universo vacío.

Para ti, que lo has sentido, que lo has sufrido, que lo has deseado,

para ti, son la herida profunda del alma, el anhelo no alcanzado.

Únicamente expresando ese sentimiento, besando, abrazando, curará la herida.

Si no son correspondidos, con una gran cicatriz de la vida.

Si se da la respuesta deseada, no quedará rastro, todo tendrá sentido.

Hazlo, vive, nunca te arrepentirás de lo vivido.

Algunos quedarán con las ganas de haberlo experimentado.

Otros se quedarán con lo profundamente amado.

Ángel Miguel
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Relaciones y aprendizajes

Creo que uno de los principales motivos por los que estamos en este mundo es para poder relacionarnos con otros seres, especialmente con otras personas, desde la individualidad del propio cuerpo y de la consciencia personal.

Las relaciones personales son únicas, complejas; algunas difíciles, otras fáciles; unas muy sastisfactorias, otras no tanto; pero todas importantes porque nos ayudan a desarrollarnos como seres humanos, nos ayudan en nuestro aprendizaje vital.

Siempre entablamos relaciones desde nuestra limitada y parcial perspectiva, lo cual nos lleva a cometer errores, pero también a aprender. Por ejemplo, nos puede parecer importante reconocer los aspectos positivos de otra persona, pero, a veces, esa persona se puede sentir incómoda con el reconocimiento público, al damos cuenta de la situación dejamos de nombrar sus méritos, incluso en situaciones que quizás sí le reconfortarían, incluso podemos extender esa práctica a un amplio grupo de personas de nuestro entorno, dejando de lado esa virtud tan importante de valorar lo mejor de cada uno.

Todos tendemos a juzgar, a valorar a las personas, poniendo etiquetas continuamente, de forma que si nos clasifican de una determinada manera, en un determinado «tipo», difícilmente podemos hacer nada para salir de ahí, con el tiempo nos pueden considerar de forma distinta, pero dentro de una gradación del tipo de persona en la que nos han encasillado. Sufrir esa experiencia puede ser una buena oportunidad para no hacer lo mismo con los demás. Como es un aprendizaje difícil, las situaciones de ese tipo suelen repetirse con frecuencia para que tengamos ocasión de aprender la lección.

Solemos tratar a los demás según lo que nosotros creemos que necesita, que piensa o que siente. Aunque todo es una mera suposición. Cada persona es un mundo, está en su mundo y pocas veces podemos vislumbrarlo, acercarnos a él.

Nuestro cariño, nuestro afecto o nuestro amor es un sentimiento lanzado al universo que nos enriquece, mejora el mundo, pero la mayoría de las veces nos vuelve desde personas o seres distintos a los que nosotros lo ofrecemos. Por eso cuando queremos a alguien y ese alguien parece correspondernos es tan especial.

Las relaciones son dinámicas, cambian continuamente, pueden evolucionar en cualquier sentido, depende de muchos factores, entre ellos de nuestra voluntad, de nuestra dedicación, de nuestro estado de evolución personal.

Aunque nos decepcionen o nos dañen, las relaciones son vitales, parte esencial de nuestro aprendizaje, la sal de la vida, una oportunidad única de crecer y evolucionar desde el amor.

A pesar de todo, precisamente por todo lo que nos pasa, debemos desarrollar el amor incondicional hacia todos, incluidos nosotros mismos.

Ángel Miguel