Todos pasamos por momentos desagradables, un contratiempo, una regañina, una situación injusta, etc. Que sacan de nosotros reacciones negativas, enfados, tristeza, descontento, desconfianza,….
Ojalá estuviéramos tan evolucionados para poder ver con perspectiva esas dificultades, esas situaciones, ser capaces de valorarlas en su justa medida y tenerlas en cuenta para nuestro progreso. Actuando con desapego, con ecuanimidad.
Pero en mayor o menor grado la mayoría de nosotros no ha alcanzado ese nivel. Podemos tener una buena reacción frente a algunas situaciones y hechos, incluso frente a lo que más nos altera podemos llegar a ser un poco más moderados.
Pero seguimos pasando por momentos de enojo, depresión, rabia,…
Y eso es lo adecuado, porque tenemos que pasar por esos momentos para madurar y aprender. No podemos crecer en el desapego, la ecuanimidad, la bondad y la compasión, si no pasamos por pruebas, exámenes, sobre esas características. Cuando las superemos no volverán a presentarse, al menos en la forma más dura.
Cuando estamos en ese momento «reactivo«, tenemos que aprender a parar nuestra respuesta refleja, inconsciente, dejar tiempo para asumir lo que ha ocurrido, con atención plena, con meditación, para dar una respuesta consciente, racional y amorosa. Sin «engancharnos» emocionalmente a unos hechos que son externos a nosotros, no somos nosotros, no van con nosotros, simplemente son pruebas para otros o para nuestra evolución.
Centrados en nuestra verdadera esencia, ese es el camino.
Aún me afecta demasiado la reactividad de muchos momentos